La exploración de nuestras propias raíces culturales, historias de trauma y patrones de migración ancestral son el primer paso para brindar un apoyo humilde y competente cuando se trabaja con todo tipo de clientes y pacientes. La tendencia es identificar al “otro” como étnico o diferente en lugar de reconocer que todos tienen una historia de identidad cultural compleja, incluso si ésta se ha perdido en la conciencia o la práctica.
Nuestra evaluación de los eventos traumáticos se ve afectada por expectativas culturales implícitas y explícitas y también por las suposiciones en torno a la victimización. Examinar el simbolismo y el significado de la enfermedad, intrapersonalmente (dentro del individuo), interpersonalmente (entre el individuo y el terapeuta) e interculturalmente (entre el individuo y la cultura) proporciona una base sólida para comprender los efectos del trauma, así como los caminos hacia la recuperación. Por ejemplo, el trabajo de Shalhoub-Kevorkian (1999) con víctimas de violación en la sociedad palestina reveló que la ideología patriarcal opresiva sobre la violación era un obstáculo para buscar tratamiento. Esto sugiere que aumentar la conciencia de los valores culturales opresivos y el significado que el paciente les asigna puede reducir la perpetuación de las ideologías victimarias.
Las víctimas de trauma experimentan barreras significativas para buscar ayuda y las barreras culturales amplifican estas preocupaciones. Los obstáculos para buscar ayuda pueden tener raíces en concepciones culturalmente tradicionales negativas hacia ciertos tipos de profesionales. Un limitado acceso a recursos -por ejemplo, la falta de dinero, vivir en un área rural, la falta de transporte y las dudas sobre la preparación y capacidad idiomática de los profesionales- también pueden contribuir como obstáculos.
En ocasiones, las víctimas de trauma usan métodos de la medicina tradicional y pueden experimentar la preocupación de que este hecho sea descubierto o invalidado por el médico. Puede haber temores legales sobre el estado migratorio y la posibilidad de reubicación. Investigaciones epidemiológicas recientes de las zonas urbanas de México, por ejemplo, sugieren que la prevalencia de exposición a eventos traumáticos durante la vida fue del 76% y la prevalencia del Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) del 11,2% (Norris, 2002). Muchas de estas personas viajan entre puntos en el norte y el sur. Las tasas de trauma son altas entre las mujeres migrantes e indocumentadas. Los refugiados traumatizados tienen necesidades especiales y factores importantes a considerar en la evaluación, incluidos los antecedentes de guerra, las vivencias de escape, la ubicación y las condiciones del campo de refugiados, el tiempo que pasan allí y el grado de fragmentación familiar (Comas-Diaz y Griffith, 1988).
La evaluación psicológica se basa a menudo en conceptos y diagnósticos occidentales. Un malentendido muy común al evaluar a las personas, es clasificarlas según si pueden hablar un idioma en común. Un ejemplo de esto es el término hispano. Esto provoca que se pierdan las distinciones entre diversas personas y comunidades: entre un refugiado maya de la guerra en Guatemala que habla dos idiomas, Ixil y español, o un empresario de clase media de la frontera de Chihuahua, México, que dejó atrás la guerra contra las drogas.
Aprender sobre el lenguaje corporal y los valores culturales dentro de una cultura, grupo étnico o subgrupo específico, es un buen comienzo. Siempre utilizo este conocimiento como base para preguntarle al individuo o la familia qué es importante para ellos y si estos valores son los que ellos adoptan.
Los valores culturales también están determinados por el nivel socioeconómico, la religión, y a menudo, por si se vive en una zona urbana o rural. Demostrar algunos conocimientos iniciales muestra respeto e interés, y en algunas comunidades, como muchas comunidades de indios americanos, es común compartir el conocimiento sobre la propia historia, la herencia familiar y de nuestros orígenes, como una forma de demostrar respeto y valorar la base importante que es la identidad cultural.
También es de utilidad demostrar respeto por la medicina tradicional; esto abrirá el camino para la comunicación sobre la curación y la oportunidad de colaborar como miembro de un equipo. Adaptarse a las variadas necesidades de los pueblos indígenas, especialmente cuando se trabaja en pequeñas comunidades rurales, puede desafiar algunos conceptos de límites y autorrevelación, especialmente cuando se le pide a uno que desempeñe múltiples roles, incluido el de defensor.
Referencias:
Comas-Diaz, L., & Griffith, E. H. (1988). Clinical guidelines in cross-cultural mental health. New York: Wiley.
Norris, F. H., (2002). Psychosocial consequences of disasters. National Center for
PTSD Research Quarterly, 13 (2), 1–7.
Shalhoub-Kevorkian, N. (1999). Towards a cultural definition of rape: Dilemmas in
dealing with rape victims in Palestinian society. Women’s Studies International
Forum, 22 (2), 157–173.
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