Activista de la salud

Hemos sido sanadores durante milenios

He sido una rebelde desde el principio, cuestionando la autoridad. Escapé de Boston a los 20 años, buscando un significado y propósito en la vida. Quería viajar y escribir, pero necesitaba encontrar un lugar donde pudiera hacer todo sin interrupciones. Quería servir a la humanidad, pero primero necesitaba curarme a mí misma.

Diez años en la jungla, sin autos, electricidad o agua caliente, y junto a muchas papayas, yoga y baños en el agua fría del río, funcionaron. Mientras mis compañeros iban a la escuela o comenzaban sus carreras, yo aprendía de los herbolarios, tranquilizaba mi mente y aprendía a convertirme en sanadora.

Por mis títulos académicos, la gente piensa que ahí es donde empecé, pero eso vino mucho después. Tuve la suerte de haber estudiado y practicado como sanadora antes de entrar en la jungla de Harvard.

Gran parte del trabajo académico es sofocante y exige conformidad; nos roba la capacidad de hacer preguntas críticas y tener dudas. Aún así, yo les digo a mis alumnos que los títulos y la investigación son esenciales. Además de alimentar la curiosidad intelectual, como sin dudalo hacen para mí, son simplemente las llaves en nuestro mundo moderno para abrirnos fácilmente las puertas. Eliminan la necesidad de tocar puertas.

Mi pasión por ayudar a los demás viene del corazón, ya que seguimos los pasos de nuestras ancestras. En mis casi 45 años de ejercicio profesional, aún cuestiono la autoridad y las modas actuales Los diagnósticos, las medicinas, las advertencias y la ideología a menudo son erróneas y rara vez sanan; en cambio, preguntar, desafiar y ser un rebelde en nombre de mis pacientes y estudiantes sí lo hace.

Vivo con Rudolph, mi esposo desde hace 25 años, y dos perros sabelotodos de raza Bichón habanero: Xoco y Sascha. Todos ellos son seres de barba áspera que llenan mi vida diaria de alegría y risas.