El estrés y el trauma pueden ser de carácter individual o familiar, cultural e histórico. El trauma cultural, el trauma histórico y el trauma intergeneracional son el resultado de una exposición prolongada o intensa al estrés crónico entre miembros de grupos enteros en virtud de su pertenencia a dichos grupos. Este estrés crónico se «transfiere» psicológica, conductual y fisiológicamente de generación en generación.
La incorporación exitosa de la medicina integral y la nutrición requiere que entendamos cómo la exposición crónica al estrés y el trauma afectan al cuerpo, a la mente y a la identidad cultural del individuo. Al evaluar la etapa de estrés en la que se encuentra alguien (ya sea agudo, crónico o por agotamiento) podemos identificar protocolos personalizados específicos de dieta, nutrientes y medicina botánica.
El orígen de los términos trauma histórico y transmisión intergeneracional del trauma derivan de las observaciones hechas sobre la experiencia sociohistórica de grupos culturales expuestos a un estrés prolongado y al sufrimiento resultantes de la guerra, el genocidio y la violencia interpersonal, y de la transferencia de un modelo psicobioconductual de estrés a su descendencia y las generaciones posteriores.
Investigación seminal realizada entre sobrevivientes del Holocausto nazi (Nadler, 1985; Yehuda et al., 1998), los jemeres de Camboya (Sack, Clarke y Seeley 1995), los indios americanos (Whitbeck, Adams, Hoyt y Chen, 2004; Brave Heart & DeBruyn, 1998) y los pueblos aborígenes (Gagne, 1998) de América del Norte y México (Korn & Rÿser, 2006) sugieren patrones identificables de trauma y disfunción de la salud.
El trauma histórico entre los indios americanos se refiere al legado de la colonización y el genocidio resultante del contacto europeo en los Estados Unidos (Whitbeck et al., 2004) , cuyos efectos persisten en la actualidad. La importancia clínica del trauma histórico y su interacción con la exposición a eventos traumáticos de por vida no está clara y aún no se ha dilucidado definitivamente. La atención reciente se ha centrado en el papel putativo del trauma histórico en la función neurobiológica (Yehuda et al., 2005) y hay alguna evidencia de que estos efectos pueden transmitirse a los estratos del desarrollo neurobiológico a través del sistema del Eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HPA, por sus siglas en inglés) (Gunnar y Donzella, 2002) en respuesta al trauma intergeneracional (Strickland, Walsh y Cooper, 2006). Yehuda et al. (2005) encontraron que la descendencia adulta cuyos padres habían sobrevivido al Holocausto nazi y desarrollado Transtorno por Estrés Postraumático (TEPT) tenían niveles bajos de cortisol, lo que refleja la etapa de agotamiento que Selye discutida en estudios anteriores.
Se hipotetiza que la transmisión intergeneracional del trauma ocurre durante las etapas prenatal (Yehuda et al., 2005) y perinatal del desarrollo neurobiológico (Schore, 2003), lo que sugiere una base teórica para la predisposición al desarrollo de TEPT, depresión, ansiedad y vulnerabilidad, así como al abuso de sustancias (Schore, 2003). Yehuda et al. (2005) informan que los bebés nacidos de madres que estaban embarazadas y desarrollaron PTSD luego de su testimonio del ataque terrorista del 11 de septiembre en la ciudad de Nueva York tenían niveles de cortisol significativamente más bajos, lo que sugiere los efectos de la transmisión del eje HPA en el feto.
También se observan cambios persistentes en el eje HPA en sujetos con antecedentes de abuso sexual infantil y con depresión mayor actual. Los hallazgos de varios estudios sugieren que la exposición crónica a experiencias traumáticas reduce el volumen del hipocampo y que el daño del hipocampo extingue la respuesta del cortisol al despertar sin afectar el resto del ciclo (Buchanan, Kern, Allen, Tranel y Kirschbaum, 2004).
Comprender cómo el estrés afecta al eje HPA, al ritmo de cortisol de 24 horas, al desarrollo neurobiológico y cerebral es fundamental para poder realiar intervenciones que utilicen alimentos nutricionales y medicinas botánicas, con el fin de apoyar la función neuroendocrina y HPA, restaurar el ritmo del cortisol, mejorar las conexiones cerebrales y los fosfolípidos en el cerebro para mejorar la resiliencia y recuperación física y mental en general.
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Referencias
Brave Heart, M. Y. H., & DeBruyn, L. M. (1998). The American Indian holocaust: Healing historical unresolved grief.American Indian and Alaskan Native Mental health research: The Journal of the National Center, 8(2), 60–8.
Gagne, M. (1998). The role of dependency and colonialism in generating trauma in First Nations citizens: The James Bay Cree. In Y.Danieli (Ed.), International hand-book of multigenerational legacies of trauma: Group project for holocaust survivors and their children(pp. 355–372). New York: Plenum.
Gunnar, M. R., & Donzella, B. (2002). Social regulation of the cortisol levels in early human development. Psychoneuroendocrinology, 27(1–2), 199–22.
Korn, L., & Rÿser, R. (2006). Burying the umbilicus: Nutrition trauma, diabetes, and traditional medicine in rural West Mexico. In G. C. Lang (Ed.), Indigenous peoples and diabetes: Community empowerment and wellness (pp. 231–277). Durham, NC: Carolina Academic Press.
Nadler, A., Kav-Venaki, S., & Gleitman, B. (1985). Transgenerational effects of the holocaust: Externalization of aggression in second-generation holocaust survivors. Journal of Consulting & Clinical Psychology, 53(3), 365–369.
Sack, W. H., Clarke, G. N., & Seeley, J. (1995). Posttraumatic stress disorder across two generations of Cambodian refugees. Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 34(9), 1160–1166.
Schore, A. (2003). Affect regulation and the repair of the self. New York: Norton.
Strickland, C. J., Walsh, E., & Cooper, M. (2006). Healing fractured families: Parents’ and elders’ perspectives on the impact of colonization and youth suicide prevention in a Pacific Northwest American Indian tribe. Journal of Transcultural Nursing, 17(1), 5–12.
Yehuda, R., Engel, S. M., Brand, S. R., Seckl, J., Marcus, S. M., & Berkowitz, G. S.(2005). Transgenerational effects of posttraumatic stress disorder in babies of mothers exposed to the World Trade Center attacks during pregnancy.Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism 90(7), 4115–4118.
Whitbeck, L. B., Adams, G. W., Hoyt, D. R., & Chen, X. (2004). Conceptualizing and measuring historical trauma among American Indian people. American Journal of Community Psychology, 33(3–4), 119–130.
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